¡UYYY DIOS… LO QUE SE VIENE!

Dom 07/07/2019 | Archivo

¡UYYY DIOS… LO QUE SE VIENE!
La presión mediática favorable al oficialismo, la proliferación de encuestas que muestran una “mejoría” en los números oficiales, una cierta estabilidad del dólar, una inflación que crece, pero menos que el mes pasado y el acuerdo de la Unión Europea y el Mercosur, dan idea que hay una especie de reconciliación entre los grandes poderes económicos y el macrismo. La incorporación de Miguel Ángel Pichetto, jefe de la bancada “opositora” en el Senado, dio la imagen de una ampliación de la base política del actual oficialismo. Ella tiene una escasa expresión real fuera del simbolismo que encierra pero fue suficiente para generar la idea que el macrismo podría llegar a pelear la próxima elección presidencial. Una cuestión que antes de ese “cierre” y con la designación de Alberto Fernández, encabezando la lista con Cristina, parecía un imposible. Ahora el sistema de poder tiene ciertas garantías con Alberto Fernández, aunque tenga que “tragarse el sapo” de la presencia de Cristina, y cuenta con todas las garantías con esta “resucitada” perspectiva de continuidad del macrismo. Es posible considerar que esta apreciación sobre la situación está en la raíz de lo que está ocurriendo con la evolución de algunos datos de la economía en los últimos días. De todos modos esa novedad no cambia la gravedad de la situación que nos espera para el próximo año, sobre eso se reflexionará en las próximas líneas. DEUDA EXTERNA Y FMI El macrismo se felicitaba por el “éxito” de los exuberantes créditos del FMI (57,1 miles de millones de dólares, de los cuales 5,9 mil millones serán liquidados en el año 2020). Pero nada dijo sobre el hecho que tales créditos no fueron inversiones, sino que la inmensa mayoría de esos fondos fueron a financiar las “fugas de capital” producidas en el mismo período. Tal dinero no quedó en nuestro país, ni financió producción, simplemente vino y se fue, ni siquiera amortiguó el dolor provocado por el “ajuste”. Por eso entra en la categoría de “deuda odiosa” con la que el General José de San Martín calificó y repudió la deuda que tenía Perú respecto de España, por dinero que no había servido al pueblo y sus intereses sino que fue un crédito para beneficiar a los grandes prestamistas internacionales. Esa deuda con el FMI es una parte de los compromisos por pagar. Para que tengamos idea de cómo viene la mano veamos el cronograma de esos pagos: Para el 2020 habrá que pagarle, al FMI, 8,6 miles de millones de dólares en concepto de intereses; para el 2021 -a partir de junio- tendremos que comenzar a devolverle el capital del préstamo realizado, serán 3,8 miles de millones, por pago de capital y 7,3 miles de millones por intereses; año 2022, son 18,5 miles de millones por capital y 6,8 miles de millones por intereses; año 2023, 23 mil millones por el capital y 6 mil millones por intereses; año 2024, serán 10,1 miles de millones de capital y 5,7 miles de millones por intereses y en el año 2025 completaríamos los pagos con 1,8 miles de millones de capital y 5,3 miles de millones por intereses. Este es el compromiso asumido. Estas sumas no son las únicas adeudadas, cabe recordar que para el año 2020 tenemos vencimientos -por el conjunto de nuestra deuda externa- por la suma de 22,8 miles de millones de dólares; esa cifra, para los próximos 4 años se eleva a 156.220 millones. A nadie escapa que -para nuestra economía actual- eso es imposible de cumplir. Mientras toda la clase política plantea la renegociación no debemos olvidar lo hecho por San Martín en Perú, en el siglo XIX. Tampoco hay que olvidar lo resuelto por el fallo del Juez Federal Jorge Ballesteros, en el año 2000 en la Causa instaurada por Alejandro Olmos, cuando declaró ilegítima y fraudulenta la deuda contraída por la dictadura entre 1976 y 1982. El pueblo, sus organizaciones, el Gobierno y el conjunto de instituciones estatales deberán ser consecuentes con esa perspectiva cuando -ya avanzado este siglo XXI- se discuta el futuro de esta deuda. Este es un problema que tendrá que asumir gane quien gane las próximas elecciones. El FMI cometió irregularidades en la concesión de estos créditos buscando favorecer al gobierno argentino. Cuando todavía le falta retirar un tercio de ese préstamo, el monto adeudado por nuestro país al FMI es el más alto de todos los deudores. Ya suma el 44% del total del dinero prestado por ese organismo. Es sabido que tal deuda es impagable en los términos pactados, es bueno recordar que -según lo establecido por el propio FMI- los países que tienen deudas con el FMI no pueden entrar en default con el mismo, ni pueden reestructurar la deuda con quita de capital o intereses, como se puede hacer con los acreedores privados. En este caso se procedió del modo que se hizo por razones geoestratégicas y por influencia del gobierno de Donald Trump. Habrá que ver si tales “favores” tendrán continuidad ante el reciente cambio en la cúspide de esa institución, cuyo veto -por su participación accionaria- conserva EE.UU. Al margen de lo que ocurra en esta coyuntura, el gobierno de Mauricio Macri tendrá que responder ante la historia y la justicia del pueblo por este crimen contra el mismo. Antes que el lazo de esta deuda eterna ahorque a nuestro pueblo será preciso cortarlo, recuperando la soberanía y el derecho del pueblo a decidir sobre su destino. ECONOMÍA ESTANCADA Y REALIDAD ECONÓMICA ARTIFICIAL La economía sigue sin levantar cabeza, salarios que caen, despidos que siguen, cierres que no cesan, pobreza y desigualdad, continúan reinando sobre esta realidad. Sin embargo, encuestadoras, politólogas/os y comentaristas de diferente especie siguen atronando nuestros oídos con el susurro que las cosas están cambiando y que el macrismo se aproxima a la posibilidad de alcanzar, en las PASO, las cifras electorales de sus adversarios y que -luego- en octubre y noviembre podría ganar. Desde la perspectiva de esa necesidad nació la llegada de Pichetto a la fórmula presidencial y este sueño de recuperación electoral. Es una clara manifestación de esta tendencia lo que está ocurriendo con algunos datos de la economía: El dólar en baja, al igual que el “riesgo país” y la tasa de intereses. Todo ello contribuye a desacelerar el avance de la inflación dejando esta sensación de “tranquilidad y mejora”. Hay grandes dudas sobre la influencia electoral de esos datos. Además, la mayor parte de quienes conocen la profundidad de la situación económica coinciden en que todo esto es artificial y durará mientras el sistema de poder disponga que sea así, haciendo un “esfuerzo” y procurando que el macrismo pueda seguir gobernando, por otros 4 años. La apuesta del Gobierno y del poder al que responde es sostener esta situación durante los meses del proceso electoral, convencidos que después tendrían 4 años para hacer los desaguisados que se le ocurran. Según esa interpretación, tarde o temprano, el dólar “saltará” y la inflación volverá a acelerarse. En esta evolución no es menor la influencia del apoyo del FMI y los adelantos (5,4 miles de millones de dólares) del préstamo que nos han concedido y que harían efectivos en estos días. ACUERDOS: UNIÓN EUROPEA/MERCOSUR Y RUSIA/SAUDITAS En forma paralela a la reciente reunión del G 20 en Osaka (Japón) hubo dos acuerdos de indudable trascendencia internacional. Por uno de ellos, el acuerdo cerrado entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, Macri festejaba. En el otro, Arabia Saudita y Rusia acordaban una propuesta conjunta para la reunión de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) que fuera ratificada -por dicha entidad- unas horas después. En la OPEP confluyen 15 países y otros varios, entre los que se cuenta Rusia, son aliados. Sus integrantes controlan el 44% del petróleo que en la actualidad se está extrayendo, pero tienen el 82% de las reservas probadas. En diciembre pasado se aprobó la reducción de 1,2 millones de barriles diarios a los efectos de evitar una fuerte caída del precio del mismo, que continuará en algo más de 60 dólares por barril. Ahora, luego del acuerdo entre Arabia Saudita y Rusia, esa medida fue prorrogada por otros 9 meses. Ello causó decepción en los EE.UU., el principal productor mundial de crudo que acusa de prácticas monopólicas a la OPEP, entidad de la que no forma parte. En lo que respecta al Acuerdo Unión Europea y Mercosur, la situación es mucho más compleja. Una dimensión de esa complejidad lo da el hecho que esa firma se logró luego de 20 años de negociaciones. Antes de mencionar algunos ejes del debate, con sus perdedores y ganadores, es bueno recordar que ambos firmantes están fuera del circuito mundial donde hoy se decide el curso de los acontecimientos económicos fundamentales, es decir EE.UU. y China. No obstante ello, el hecho que el mismo incide sobre 770 millones de consumidores nos da idea de la importancia de este Acuerdo que persigue el objetivo de reducir o eliminar los aranceles de los productos de intercambio entre ambas áreas. Hay distintas formas de aproximarse a este tema. Una es desde las tradicionales concepciones de aquellos que promueven el proteccionismo y otra la de aquellos que plantean la apertura económica, también conocida como libertad de comercio. Desde una visión más sectorial se puede decir que en nuestra región recibirán beneficios la agricultura y en Europa, su producción industrial. Es por eso que las primeras y principales quejas provienen de los sectores vinculados a la industria en nuestro país y a la producción agrícola en el caso europeo. Por las presiones internas, no será fácil su aprobación parlamentaria, tanto en Europa como en nuestra región. El temor generalizado es que este Acuerdo termine consolidando las diferencias tradicionales entre nuestra región y Europa, ratificando nuestra condena a ser productores de alimentos para sus pueblos e insumos para su industria. Los actuales gobiernos de Argentina y Brasil pretenden ahora llevar aun más lejos este acuerdo impulsando algo semejante con los EE.UU. En ese caso las dificultades serán aún mayores porque ese país es altamente competitivo, en materia agraria, con esta región. La evolución estratégica de la situación mundial hace cada vez más complicada la posición de Argentina, esto es y será así más allá del gobierno de turno, porque nuestro país forma parte del “área de influencia de los EEUU” pero al mismo tiempo la presencia de China se hace cada día más fuerte en la región. El tránsito por la “ancha avenida del medio”, también en este caso, aparece llena de obstáculos. La situación actual, en esta cuestión, del macrismo es un buen ejemplo de esas contradicciones. El gobierno argentino está profundamente atado a las políticas de Occidente, con EE.UU. a la cabeza, pero no puede alejarse de China por acuerdos y políticas preexistentes y también por la ayuda china en materia de recursos financieros, de los cuales no puede prescindir fácilmente. El acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea forma parte de esa perspectiva, pero ese acuerdo en el plano de la economía real, es mucho más difícil concretarlo con EE.UU, por las razones que ya tenemos dicha. Por eso la relación con EE.UU. se da en aspectos estratégicos y en el sector hegemónico a nivel mundial: el financiero. Ello explica el acuerdo con el FMI y otros compromisos que atienden a la estrategia global de ese país. Por eso no extraña que Macri endurezca sus reclamos contra Venezuela, identificándose con la estrategia estadounidense. Algo semejante está pasando en estos días con la decisión que tendría que tomar, el gobierno macrista, declarando a Hezbollah como “organización terrorista”. Sería una parte del “pago” por el apoyo de Trump por el préstamo del FMI. En este caso rompería con la tradición diplomática argentina que se guía, en esta materia, por las decisiones y caracterizaciones de las Naciones Unidas. Hezbollah es una organización político militar de musulmanes chiítas que tiene el control político de Líbano -logrado por vía electoral- y que lucha contra la presencia israelí en ese territorio. Es considerada como “organización terrorista” por EE.UU., Israel, la Unión Europea y el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (Arabia Saudita, Baréin, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Oman). Concretar esa medida sería cambiar nuestra legislación según la cual (Decreto 1521/04) debemos usar a tales fines el listado de las Naciones Unidas. Organismo que no incluye a ese grupo islámico en tal caracterización.

NOTICIA DE ARCHIVO


COMPARTÍ ESTA NOTA