VACA MUERTA: DE LA “SALVACIÓN” AL “INFIERNO”

Dom 10/02/2019 | Archivo

En Argentina (y también en el mundo) el fracking va dejando de ser una “salvación” y comienza a parecerse a un “infierno”. La deuda y su pago imposible: renegociación o “default” como perspectivas. Elecciones latinoamericanas: el voto salvadoreño, entre lógico y extraño. Los “chalecos amarillos”: sus perspectivas ante la actual democracia europea
Los hidrocarburos fósiles, que por millones de años se formaron en profundas entrañas del planeta, comenzaron a mostrar la decadencia de sus posibilidades de continuar siendo el alimento predilecto de las máquinas inventadas por los humanos en el último siglo. Ante su progresivo agotamiento florecieron las experiencias destinadas a prolongar la vida de esta fuente de energía. Así fue cómo surgió la técnica del fracking para romper las rocas y sacar el petróleo que estas guardaban en sus porosidades. Para ello, era necesario producir múltiples pequeñas explosiones para hacer estallar esas rocas y extraer el petróleo que tenían escondido. EE.UU. desde hace unos 10 años vio, en esta técnica, la posibilidad de evitar su dependencia de los países que eran los grandes proveedores de petróleo, uno de los puntos débiles de su hegemonía mundial. Ya veremos la situación actual de esas explotaciones. Las reservas y explotación de Vaca Muerta (en Neuquén) responden a esa lógica. Nuestros gobernantes, cultores del principio “yo resuelvo mi problema lo que venga después es problema de los que vengan después”, procedieron en consecuencia. El macrismo lo viene presentando como una de sus grandes logros, al transformarnos en exportadores de gas. El cristinismo no le fue a la zaga y reivindica su rol de padres de esa experiencia. En muchos casos, las objeciones de las comunidades locales de pueblos originarios fueron desoídas. El hecho que varios países (Francia entre ellos) hubieran prohibido esas explotaciones tampoco fue considerado. La denuncia de especialistas que consideraron que sus efectos pueden más nocivos que la minería a cielo abierto, al vincular las formaciones de petróleo y de gas con acuíferos, tampoco se escucharon. Las experiencias ocurridas en Holanda e Inglaterra; Ohio, Oklahoma y Arkansas, en el sentido que esa multitud de pequeñas explosiones generaban movimientos sísmicos y desplazamientos de placas geológicas, con terremotos de hasta 5,2 en la escala de Richter, tampoco tuvieron eco. Recientemente los vecinos de Sauzal Bonito, en el área de Vaca Muerta, hicieron saber de su preocupación por los reiterados movimientos sísmicos (hasta 3 por día) producidos en los últimos 3 años. Los mayores, producidos entre octubre y noviembre 2018, dejaron como secuela “casas partidas con paredes que se rajan y que corren riesgo de caerse”. El negocio es grande, los intereses son muchos. En lo inmediato permitiría arrimar dólares, por las exportaciones de gas. Lo demás… poco importa. Pero poco a poco, también van apareciendo las limitaciones económicas de ese vasto negocio. Para nuestra economía esos topes toman dos formas. Una de ellas -que ya apareció- es el subsidio para que las empresas inviertan en esa actividad. La otra es la corta vida y los costos de los pozos sometidos a este tipo de explotación. Para asegurar las ganancias empresariales, el Gobierno (Resol. 46/2017) les garantizó, a las empresas extractoras, un precio y ganancias (hasta el 2021). El salto en el valor del dólar y los ajustes exigidos por el FMI hicieron imposible mantenerlo, en los montos acordados. A los valores actuales, sólo para el gas, ese subsidio sería de 2.464 millones de dólares, cifra fabulosa, aunque mucho menor a la originalmente prevista y ahora demandada por las empresas. La consecuencia es que está cayendo la producción de gas, las empresas amenazan con despidos; el sindicato petrolero (sin el aval de UOCRA y Camioneros) y las grandes empresas (encabezadas por Techint) aprietan al Gobierno, demandando que se cumpla lo pactado. Amparados en el principio constitucional de la seguridad jurídica van a la Justicia y el futuro es incierto. La otra cuestión en danza es la propia viabilidad, a largo plazo, de las inversiones en el método fracking. Todo funciona, el caso argentino es una prueba más, mientras llueve plata dulce (del Estado –en Argentina- o inversores privados –en EE.UU.-), hasta que la caída se vuelve irreversible. EE.UU., a la cabeza mundial de la explotación petrolera –por el desarrollo del fracking-, parece haber iniciado la etapa descendente. La oportunidad del ataque a Venezuela, parece que tiene una de sus claves en ese tema y la necesidad norteamericana de contar con reservas a mano en un futuro no muy lejano. Como ocurre con la soja y ahora con el fracking, un sospechoso y cómplice silencio social avala la irresponsabilidad de la dirigencia y permite esas políticas. En lugar de buscar alternativas, la comodidad aletarga las conciencias y permite que lo malo aparezca como necesario, en lugar de buscar un camino diferente. DEUDA: PAGO IMPOSIBLE, RENEGOCIACIÓN O DEFAULT Esta semana vivimos un corto “veranito financiero”: un dólar tranquilo; los intereses –por las nubes- pero bajando; el “riesgo país” dando un respiro. Las grandes empresas que habían perdido el 50% de sus valores bursátiles, recuperaron, en estos días, cerca de un 20% de los mismos. Al lado de esos datos, las informaciones internacionales nos refieren que es más fuerte la percepción que Mauricio Macri no tiene futuro, que los temores hacia una vuelta de Cristina. En ese marco reaparece el tema de la deuda. Quedan pocas dudas que este tema es una de las formas más eficaces para garantizar nuestra dependencia respecto a los llamados países centrales. Primero, crean las condiciones para endeudarnos. Luego establece las condiciones, a través de los “Acuerdos” con el FMI, para subordinarnos a los poderes mundiales generando un sistema que nos ata al capital financiero internacional y las grandes potencias que les sirven de sede. Según la Secretaría de Hacienda, la deuda pública nacional -al 30 de septiembre pasado- era de 308.000 millones de dólares, el 50% de nuestro PBI y sus intereses representan el 18% del total de los ingresos fiscales. El principal acreedor es el FMI, 1 de cada 3 dólares que pagamos por intereses se los debemos a ellos. El endeudamiento macrista (3 años) es de 71 mil millones de dólares, 10 mil millones más que el período 1991/2001 y casi el doble de los 38 mil en 5 años del kirchnerismo (2005/2015). A no asustarse porque la deuda de EE.UU. es del 110% de su PBI, ahhh… claro es la deuda de EE.UU., patrón del sistema y país decisor dentro del FMI. Más allá de elucubraciones de laboratorio, la deuda –tal como está tomada- es imposible de pagar. Descartado ese camino quedan dos posibles vías para el próximo Gobierno: Renegociación o default. Claro está que la eventual continuidad de Macri permitiría que siga algo parecido al actual recorrido, con algunas extensiones de plazos y más concesiones que seguramente implicarán mayores pérdidas de soberanía. Recordemos que se ha presentado en Tribunales una denuncia, contra el Presidente, por “traición a la Patria”, por los compromisos asumidos respecto a nuestros recursos naturales, como garantías por las deudas. En realidad, se trata de una renuncia a la inmunidad soberana del Estado, pactando la jurisdicción de los tribunales extranjeros, al igual que todos los gobiernos precedentes, desde la dictadura de 1976. El camino más elegido por los economistas está en las perspectivas de refinanciación. Todos acuerdan que las condiciones de la misma estarán en directa relación con la fuerza y voluntad que tenga y exponga el próximo Gobierno. En cuanto al default es rechazado por estos mismos economistas por los dolores que le traería al pueblo. Aunque debemos recordar que los primeros y mejores años del crecimiento kirchnerista se dieron –justamente- en medio del no pago de la deuda y la afectación de esos recursos a otros destinos. ELECCIONES REGIÓN – SE VOTÓ EN EL SALVADOR Mientras la región discute sobre el futuro venezolano y la injerencia norteamericana se profundiza, comenzaron los recambios presidenciales previstos en el almanaque electoral de este año. El domingo pasado, se debutó con las elecciones en El Salvador. Le seguirán, durante el presente año: mes de mayo en Panamá; junio en Guatemala y en octubre se votará en: Uruguay, Bolivia y Argentina. Este año, se estará votando en 6 países, mientras que 5 lo hicieron en el 2018, de esas elecciones emergió el actual Gobierno cubano, continuador de la tradición revolucionaria iniciada en 1959 y en México se impuso una fuerza progresista. En los otros 3 países (Brasil, Colombia y Paraguay), fueron electos gobernantes de signo claramente conservador. En El Salvador, que tiene a 1 de cada 4 nacionales residiendo fuera del país, fue electo -en primera vuelta- el joven empresario, Nayib Bukele, de 35 años), un hijo de libaneses, cuyo padre colaborara con las fuerzas guerrilleras del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN). El novel presidente había sido electo alcalde (intendente) de San Salvador (capital de ese país) en nombre del FMLN. Cuestiones personales y desavenencias políticas motivaron su expulsión de esa fuerza. Se postuló a Presidente, por un nuevo partido que no pudo legalizar, terminó presentándose por un pequeño partido conservador: Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA). Bukele, con el 53,3% de los votos, rompió el bipartidismo que viene gobernando a ese país en los últimos 30 años. Le siguió una coalición reaccionaria, Alianza Republicana Nacionalista (AReNa), que obtuvo 31,7% de los sufragios. La izquierda gobernante del FMLN apenas sumó el 14,4% de los votos. Bukele deberá gobernar en absoluta minoría legislativa. Su triunfo pone al descubierto el generalizado cansancio social ante el fracaso de los partidos tradicionales. Una manifiesta corrupción y la violencia, cuyos principales protagonistas son los grupos de jóvenes conocidos como Maras, fueron los ejes de la campaña y son la mayor preocupación de la población. LOS “CHALECOS AMARILLOS” FRANCESES: SUS PERSPECTIVAS ANTE LA ACTUAL DEMOCRACIA EUROPEA En la cansada democracia europea la irrupción de las movilizaciones de los “chalecos amarillos” fue una demostración de la crisis del viejo sistema. Pero ante la falta de horizontes de la realidad actual asombran a propios y extraños ofreciendo una alternativa a las decadentes tradiciones. Asimismo, despliegan una alianza con el mundo laboral que fortalece al conjunto de los sectores populares. Con los temores y la energía toda fuerza fundacional se celebró en Francia, hace algunos días, la primera “Asamblea de Asambleas” de los “chalecos amarillos”. En un pequeño pueblo, víctima de la desindustrialización, del nordeste de Francia confluyeron 75 delegaciones, elegidas por Asambleas, de diferentes rincones de ese país y con una llamativa presencia femenina. A la acusación de ser una fuerza caótica y sin orden le respondieron ofreciendo la evidencia de una fuerza construida desde abajo y bajo la modalidad de una organización surgida de una democracia asamblearia. En su reunión inicial, condenaron la gigantesca concentración de la riqueza, se hicieron eco de las tradicionales reivindicaciones económicas y sociales de los trabajadores. Convocaron a la constitución de “comités en los puestos de trabajo” y decidieron apoyar la huelga impulsada por la CGT francesa, que se acaba de realizar y donde se los vio, en calles y plazas, con sus chalecos amarillos, junto a las organizaciones sindicales convocantes.

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