“MAL, PERO ACOSTUMBRAO”, IGUAL QUE INODORO PEREYRA

Dom 11/11/2018 | Archivo

Como el Inodoro Pereyra de Fontanarrosa, así andamos los argentinos: “Mal, pero acostumbrao”. El Gobierno sonríe cuando ve que las cifras negativas de la vida cotidiana se van transformando en costumbre. En Estados Unidos hubo elecciones de medio período. Los demócratas recuperaron la Cámara de Representantes (Diputados), el oficialismo de Trump se consolidó en Senadores. Todo sigue parecido. Trump se afirma aunque con un poder algo menor
En el Gobierno, a pesar de todo, surgen algunas sonrisas. Están percibiendo que, mientras seguimos en el peor de los mundos y la bronca está presente, hay un cierto acomodamiento o pasividad ante lo que está ocurriendo. Nadie sabe si es la calma que precede a la tormenta o si es una cierta dejación, producto de la ausencia de una dirigencia creíble que sea capaz de ponerse al frente de los reclamos y construir una alternativa diferente a lo malo conocido. En los sectores populares se percibe una abierta contradicción cuyos efectos se hacen sentir. Va un significativo ejemplo. Gran parte de las fuerzas políticas opositoras se llenaron la boca con opiniones contrarias al Presupuesto 2019, porque allí claramente se privilegiaba -como consecuencia del acuerdo con el FMI- el pago de la deuda y sus intereses y se achicaban los recursos destinados a salud, educación, vivienda y demás cuestiones cotidianas, claves para el común de nuestros compatriotas. Sin embargo, no se notó el mismo fervor -en esa dirigencia- para expresarse masivamente en las movilizaciones convocadas para el momento del debate parlamentario. Da la impresión que “se habla mucho y se muerde poco” y cada uno está dispuesto a dar pelea por el “pedacito” que le arrancan, de allí la multiplicación de reclamos y movilizaciones, pero no hay un programa y una acción compartida, para dar pelea por los intereses del conjunto. LOS DATOS A LOS CUALES NOS VAMOS ACOSTUMBRANDO Hay una serie de datos de la economía que le dan sustento técnico al drama cotidiano de millones de compatriotas. El Gobierno festeja que la tasa de interés del Banco Central haya bajado en los últimos días. Andamos por algo más del 67%. Con ese número es de imaginar cuánto le cobran a cualquier hijo de vecino si tiene que descontar un cheque. En la misma dirección recuperan como un mérito que el mentado “riesgo país” esté por debajo de los 700 puntos. Pero no dan cuenta que Fitech, la agencia calificadora de riesgo caracterizó como “negativa” a la deuda argentina. En mayo pasado la había pasado de “positiva” a “estable”. ¿El motivo? Dijeron “porque que se han debilitado dramáticamente las perspectivas de crecimiento del país”. Ellos estiman que la caída final para este año andará por el 2,7% y para el próximo estará alrededor del 1,7% y una inflación del 27,5%. ¡Lindo futuro! En el aspecto industrial es dónde este fenómeno adquiere características realmente graves. La caída de la producción industrial, respecto a un año atrás, es del 11,7%. Esta es una cifra que desde hace varios años no se había dado. Un dato interesante sobre la evolución lo marca el sector de la construcción, allí esa caída viene “retrasada”, el promedio es una baja del 4,2%, pero las compras de insumos -del último mes- se redujeron en un 17,3%. Esa evolución explica que las previsiones para el último trimestre de este año y el primero del año próximo son que este sector perderá entre 50 y 60 mil puestos de trabajo. Completa este sombrío panorama que la Cámara que agrupa a las PyMEs informa que llevamos 27 meses consecutivos de caída de la producción industrial en ese sector. EL BAILE DEL BONO, LA PÉRDIDA DE INGRESOS Y CAÍDA DEL CONSUMO A nadie le quedan dudas sobre la vertical caída en los ingresos y capacidad de consumo de los sectores populares. El cierre de negocios y la lluvia de ofertas procurando captar algún consumidor son la prueba más fehaciente de esa baja. En lo que respecta a los ingresos de los asalariados, los datos que aparecen indican que ellos perderán aproximadamente un 15%, respecto de la inflación, durante el presente año. La pérdida de los jubilados ronda el 20%. Con esos números queda claro que el “Bono” de 5 mil pesos, en dos cuotas, que el Gobierno está por plantear para las empresas privadas solo alcanza para cubrir un mínima parte de lo que están perdiendo los trabajadores, aún los de menores ingresos, en este 2018. Ese Bono pretende evitar el Paro Nacional que la CGT tenía planeado decretar para la última semana de noviembre, en vísperas de la reunión del G-20. Los empresarios se quejan que el Gobierno hace política son su plata. De todas maneras, el futuro de ese Bono está cargado de dudas: Entre ellas se destacan su obligatoriedad, si también lo pagará el Estado a sus empleados. PyMEs, sobre todo del interior, ya avisaron que no lo podrán pagar. Es tal el desbarajuste económico actual que su valor es ínfimo respecto a lo perdido, pero en estas condiciones se transforma en una dura carga para las pequeñas empresas. ELECCIONES EN EE.UU.:ALEGRÍAS Y SINSABORES PARA TRUMP Tal como estaba establecido, el martes pasado hubo elecciones de medio período en los EE.UU. Según su sistema institucional, se votaba un tercio (35) de los senadores, la totalidad (435) de la Cámara de Representantes (diputados) y 36 gobernadores. Estas elecciones eran particularmente importantes, ello se manifestó en que tuvo la más alta participación ciudadana, desde los fines de la Segunda Guerra Mundial. La gran duda existente era si ellas ratificarían al gobierno de Donald Trump, abriendo las posibilidades de su reelección. Una derrota, acercaría la posibilidad de su desplazamiento y la perspectiva de un regreso de los demócratas dentro de dos años. Hoy gobiernan los republicanos. Lo hacen a través de alguien como Trump que, viene de afuera del sistema, no tiene el manejo del partido y sostiene una política proteccionista. Los republicanos tienen el control de las dos Cámaras. Muchos republicanos que no simpatizan con Trump y sus políticas tampoco están dispuestos a echarlo porque ello los colocaría afuera de la contienda electoral. La oposición está constituida por el tradicional Partido Demócrata y necesita mayoría en ambas Cámaras para expulsar a Trump y restablecer la vigencia del globalismo. Trump y su particular estilo, muchas veces un tanto payasesco, se ha ganado la reprobación de la mayor parte de la prensa, un número importante de intelectuales y artistas, los jóvenes, la mayoría de las mujeres, los negros y también el rechazo de muchas minorías étnicas, sociales y culturales. Encuentra su mayor apoyo en los blancos, los sectores rurales, los movimientos religiosos y también los trabajadores formales que observan que las políticas proteccionistas permitieron un importante crecimiento de la industria y de la actividad económica, junto a una inflación muy pequeña y una desocupación que apena ronda el 4%. El martes pasado los norteamericanos le quitaron un cacho del poder a Trump. Dieron -a los demócratas- el manejo de la Cámara de Representantes, desde donde podrán controlar -un poco más- a ese gobierno e iniciar todo tipo de denuncias y acusaciones sobre el mismo y la conducta personal del Presidente. En la actual Cámara de Representantes los republicanos tenían 241 legisladores, ahora tendrán 194. Los demócratas que tenían 194 bancas ahora tendrán más de 220, quedando 21, en manos de independientes o lugares por definir en el conteo definitivo. Al revés, en el Senado quedó ratificada la supremacía del oficialismo. Antes, los republicanos tenían 51 senadores, los demócratas 47 y 2 independientes; ahora tendrán, 54 los republicanos, 45 los demócratas y 1 por definir. Cabe recordar que el juicio político, única forma de desplazar al Presidente, lo debe realizar el Senado. Situación que –con esta composición- se torna prácticamente imposible que se dé en estas condiciones. Esa continuidad de Trump es un detalle importante por cuanto le garantiza, salvo otras razones, terminar este mandato y lo deja bien plantado para una reelección en las próximas elecciones generales. En materia de gobernadores los datos provisorios indican que los republicanos se quedaron con 18 gobernaciones y los demócratas con15, quedando 3 a dirimir en el recuento definitivo. De modo tal que estas elecciones dan una aparente idea de un avance de los demócratas, cuando en realidad ha sido Trump el principal beneficiario. El resultado le ha dado a Trump garantías de continuidad en el cargo. Podrá seguir haciendo designaciones en el poder judicial. No hay indicios que tenga la voluntad de reducir los niveles de su enfrentamiento con la prensa y sus adversarios. Los riesgos y perspectivas de la situación internacional juegan a favor de su audacia, aunque ella nos ponga en peligro a todos los humanos. Otras novedades de esta elección dan cuenta de una mayor visibilidad de diferentes minorías. Por primera vez gana un gobernador (Estado de Kansas) públicamente declarado gay. Además, creció el protagonismo de las mujeres particularmente en la Cámara de Representantes: Una diputada de izquierda de 29 años de edad; 2 mujeres de pueblos originarios que ganaron su banca, otras 2 que reivindican su religión musulmana. En el Senado habrá una legisladora negra y 2 mujeres de origen latino. Todo ello no modifica el actual sistema de decisiones pero introduce la novedad de una mayor presencia de las mujeres. CAMBIOS EN LA CORTE: EL GOBIERNO CREYÓ QUE GANABA, PERO… En estos días el Gobierno tenía tres motivos para festejar. Uno, la mencionada pasividad social, que hasta funcionarios del FMI destacaron. Dos, que la cosecha 2018/2019 andará (si “Dios es argentino” y el clima ayuda) por los 140 millones de toneladas, un 25% más que el año pasado. Por más que los precios no estén en su mejor nivel eso le dejará una buena cantidad de “verdes” al Gobierno. También lo alegran las perspectivas mineras sobre todo en materia de litio y cobre. De este modo se ratifica, una vez más que seguimos pendiente de nuestro modelo agro-minero-exportador, pero eso es otro cantar. El tercer motivo de festejo fue el cambio de presidencia en la Corte Suprema de Justicia. Se dio el reemplazo del astuto Ricardo Lorenzetti, que la presidiera durante 11 años, por Carlos Rosenkrantz, un jurista vinculado al Grupo Clarín y a la “fuerza propia” del gobierno. Desde el macrismo pensaron que la circunstancial alianza del novel presidente con Horacio Rosatti y Helena Highton le daría una tranquila mayoría. Pero en la semana que terminó, dos cuestiones le demostraron, a quienes pergeñaron esa maniobra, que la cuestión es un poco más complicada. La Corte acaba de fallar, por 3 votos (Lorenzetti, Rosatti y Juan Carlos Maqueda), contra 2 (Highton y Rosenkrantz) a favor de la Provincia de La Pampa para que la Nación le devuelva un impuesto que no correspondía. Tema que no pone en juego un volumen importante de recursos pero que traerá una catarata de reclamos de otros gobiernos provinciales. Ese fallo se adelantó a otro -para las próximas semanas- sobre el tema jubilatorio, que sí puede hacer temblar las arcas estatales. La otra cuestión, que el gobierno no podrá ignorar, es lo ocurrido con el almuerzo del Presidente Macri y la Corte, donde el trío mencionado no fue. Argumentaron que vayan las autoridades, “casualmente” Rosenkrantz y Highton. El Gobierno ahora sabe que -en esta Corte- tiene dos problemas, según como venga la mano. Uno, porque esos 3 votos que le fallaron en contra en el tema de La Pampa, son peronistas y que los próximos meses, signados por la campaña electoral, ese no es un dato sin importancia, sobre todo en cuestiones que rocen el tema político. Lo otro, que aparece como perspectiva, es que desaparecida la autoridad indiscutible que supo construir Lorenzetti cada miembro recupera una mayor autonomía y los fallos deberán ser negociados con cada uno de los miembros del Supremo Tribunal.

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