GANÓ BOLSONARO: PUEDE SER MALA NOTICIA PARA MACRI

Dom 04/11/2018 | Archivo

No siempre las cosas son como aparentan ser. Eso puede pasar en la relación entre Bolsonaro y Macri. Algunas razones de esa “perspectiva” Brasil: Argumentos para explicar la victoria de Bolsonaro y la derrota del PT. Bolsonaro y la política interna de Brasil. El futuro de las relaciones Argentina/Brasil. La próxima semana internacional: ¡Qué semana!
Un lector desprevenido podría pensar que, por su coincidencia en varias políticas conservadoras, el triunfo de Jair Messias Bolsonaro favorece a Mauricio Macri. Sin embargo, es muy factible que la realidad no sea así y que Macri pierda los beneficios de ser considerado el principal defensor de las políticas conservadoras en la región. Si bien es demasiado prematuro para advertir sobre la evolución de la situación, hay indicios para pensar que, después de las recientes elecciones en Brasil, el futuro del actual ocupante de la Casa Rosada se haya oscurecido aún más. No han sido pocos, ni menores, los privilegios que gozó Macri por ser considerado el “niño mimado” del sistema de poder mundial que lo necesitaba -como referente regional- ante la crisis y decadencia brasileña. Eso le permitió una serie de ventajas para su política, entre las cuales se destacan: Ser la sede de la próxima reunión del G-20 y su presidente, lo que le permitió codearse con la “crema” de la política y economía mundial. Encabezó las negociaciones para un acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, las cuales tendrían que cerrarse antes de fines de noviembre, fecha de la reunión del G-20, aunque ello ahora puede ser cuestionado por la proximidad de la asunción de un nuevo gobierno en Brasil. En el mismo carácter participó en las reuniones del BRICS. La inestabilidad brasileña creó las condiciones para que Donald Trump apelara a Macri como garantía de los intereses norteamericanos en su “patio trasero”; ese aval le permitió a la economía argentina concretar el actual e inédito préstamo del FMI por más de 56 mil millones de dólares (motivo de futuros conflictos y de complejo recupero), que prorrogó la agonía y postergó el default de la economía argentina. Todo lo anterior fue producto de un Macri beneficiado por la continuidad de la crisis brasileña y las perspectivas que Argentina le sirviera de apoyo a las políticas de los “países centrales” en esta región. Ahora, con un Brasil -donde en enero asumirá un nuevo gobierno- que sostiene que “no se puede seguir flirteando con el comunismo, socialismo, populismo y extremismo de izquierda”, la cuestión cambia y los países occidentales encuentran, en esa poderosa nación, el mejor aliado para sus estrategias en la región y sobre todo respecto de Cuba y Venezuela. Bolsonaro se siente mucho más cerca de las políticas de Donald Trump que con las de sus rivales demócratas y la de los principales países de Europa (sobre todo Alemania y Francia), identificados con las ideas globalizadoras que sostuviera su derrotada contrincante Hilary Clinton, a la que Macri apoyara públicamente. Todo lo anterior debe ser relativizado según lo que ocurra el próximo martes, cuando en EE.UU. se realicen las elecciones de medio período. Una derrota de los republicanos (Trump) podría poner en crisis su gobierno y todo lo dicho perdería fuerza. Por el contrario, un triunfo de Trump convalidaría estas reflexiones y la posibilidad que la actual política norteamericana tenga varios años de vida. LAS RAZONES DE LA VICTORIA DE BOLSONARO Y LA DERROTA DEL PT La característica principal de estas elecciones es que ellas se constituyeron en una ruptura de lo establecido. Algo semejante, aunque de contenido ideológico, social y político distintos, a lo ocurrido 16 años atrás, con la irrupción de Luiz Inácio Lula da Silva. De esos 16 años, durante los primeros 14 gobernó el PT ¿Qué pasó ahora? Vino el cansancio de las mayorías y las ganas de cambiar nuevamente pero… de vuelta ¿por qué? Lo podemos atribuir a dos grandes causas: La pérdida del impulso inicial y la corrupción. Aquella fuerza originaria, con una política neodesarrollista -de la mano de Lula- sacó a millones de una pobreza humillante (entre otras cosas, por el Programa “Hambre cero” y la elemental propuesta de Lula de “tres comidas diarias”) dándole alguna mejora a vastos sectores populares. Todo ello sin afectar a los grandes intereses concentrados, fundamentalmente los sectores financieros. Con el paso del tiempo, esa energía se fue desgastando, el sistema institucional fue entrampando al gobierno, la corrupción comenzó a crecer y la economía a aflojar. Esa situación se agravó con el gobierno de Dilma Rousseff y el final sólo era cuestión de tiempo. La modalidad de los “golpes blandos” (parlamentarios), diseñados desde el poder imperial, puso fin a esa historia. Llovieron desazones y se multiplicaron las críticas. Bolsonaro, un antiguo legislador, colocándose como una expresión del antisistema, logró canalizarlas. Se pueden sintetizar las claves de esa victoria en: En una renovada crisis económica, que deja un saldo de 13 millones de desocupados; el despliegue de iglesias evangélicas pentecostales, a menudo vinculadas a los intereses norteamericanos, que primero se apoyaron en el PT y lo abandonaron después; la corrupción que alcanzó a prácticamente todos los partidos y los sumió en un descrédito generalizado; un avance de legítimos derechos de las minorías, pero que -sin el correlato de una respuesta sostenible para las grandes mayorías- deriva en la reacción de otras minorías que se vuelven combativas y -por último- una violencia que no cesa, explotada por los medios de comunicación, que sembró el miedo y la bronca en la sociedad. Todo ello alimentó el “voto bronca-antisistema” que acabó con el gobierno de un acorralado PT, que -de esta manera- se sumó a la degradación de las fuerzas progresistas de la región. BOLSONARO Y LAS NOVEDADES PARA LA POLÍTICA INTERNA DE BRASIL Las propuestas antisistema del ganador, a pesar de haber sido un militar y acumular 27 años como legislador, contaron con el aval de los grandes medios de prensa del sistema. Esa aparente paradoja explica buena parte de lo ocurrido y de lo que se viene. La presentación del triunfador, en su discurso leído en la noche del domingo, mostraba una mesa donde se veían: Una biblia; la Constitución de su país; un libro de Winston Churchill y otro de un teórico de la derecha brasileña, como respuesta a los intelectuales del PT que fueron a votar portando un libro. Tampoco dejó de recordar que su tarea era parte de una “Misión de Dios”. Ese mismo domingo y a pocas cuadras de la casa donde festejaba Bolsonaro, Paulo Roberto Nunes Guede, probable ministro de Economía planteaba 4 ejes de lo que imagina como su futura acción de gobierno: Reducir el Estado; alcanzar el equilibrio de Caja; desplegar una política privatizadora, lo que es mirado con reticencia por el electo Presidente y plantear la independencia del Banco Central. Todo ello, además de otros temas como el señalamiento que la prioridad no será el Mercosur sino el control del gasto y la posibilidad de un sistema jubilatorio fundado en la capitalización individual, semejante a lo que fueron nuestras AFJP. A estos datos de la economía le podemos agregar otros detalles, sin mencionar los incendiarios discursos de campaña, que nos dan una idea del camino futuro: Algunos militares salieron a festejar con armas y vehículos militares, en la noche del domingo; el Movimiento de los Sin Tierra (MST), la más organizada y poderosa fuerza social de oposición, sufrió -en Mato Grosso del Sud- el sábado previo a las elecciones el incendio de un campamento con 240 familias y 48 horas después de la elección otro hecho semejante ocurrió en un campamento de Ceará. BRASIL / CHINA Y LAS RELACIONES ENTRE ARGENTINA Y BRASIL Evidentemente el tema geopolítico resulta ser el tema más complejo, tal como se lo ha señalado en la parte inicial de estas reflexiones. Son conocidos los malabares a los que tiene que apelar el gobierno argentino para mantener en pie su alianza estratégica con la política norteamericana pero sin perder de vista la importancia de las inversiones chinas. Esta situación es aún más severa en Brasil, porque su relación con el gobierno de Trump tiene mayores afinidades que las que tiene nuestro país y porque China es su principal socio comercial. Esta situación ha sido reflejada por la prensa china que le está haciendo advertencias al futuro Presidente de Brasil. Otro tema significativo es la “no prioridad” del Mercosur para el futuro gobierno brasileño. Pero además hay que agregar que Chile (junto a EE.UU.) fueron señalados como los primeros países a visitar, en su significativa primera incursión en el espacio internacional. Dentro de ese marco habrá que entender las dificultades que habrá en los necesarios debates sobre cuestiones arancelarias que tanto importan a ambos países, sobre todo en la industria metalmecánica y particularmente en la fabricación de vehículos. EN SÍNTESIS Con la elección de Bolsonaro tendremos que en el principal país de la región y la sexta economía del mundo, se desplegarán políticas conservadoras. Es muy probable que éstas no estén en línea con los gobiernos conservadores de raíz neoliberal, pero atados al tradicional sistema institucional, que hoy gobiernan Colombia, Paraguay, Chile y Argentina. El futuro brasileño parece estar más cerca de EE.UU. de Trump y de los actuales gobiernos nacionalistas conservadores de Hungría -poco apegado a las tradicionales formas institucionales- y Filipinas, muy amigo de resolver con violencia los conflictos internos. El poder institucional del nuevo Presidente estará muy condicionado. Su fuerza, el Partido Social Liberal (PSL) que tenía 1 diputados ahora es segunda minoría, detrás del PT, con 52 legisladores, sobre un total de 513, repartidos entre 30 partidos. En el Senado tendrá 4 senadores, sobre un total de 81 legisladores, de 21 partidos distintos. En las elecciones presidenciales ganó en 15 de los 26 estados, cuando en la primera vuelta lo había en 21. Si hablamos de los gobernadores, el PSL sólo colocó a 3 gobernadores, pero hay varios que subieron a esta oleada en las últimas semanas. De la mano de estas debilidades, del pensamiento expuesto por Bolsonaro y del significativo apoyo militar, no faltan quienes adviertan la posibilidad que éste intente algo semejante a lo hecho en Perú por Alberto Fujimori en 1992. Allí se puso en marcha un régimen de excepción con restricción de derechos fundamentales y fuertes limitaciones para el funcionamiento de algunas instituciones. Estas tendencias acercan los riesgos que se restablezcan antiguas tensiones entre los países de la región, tema poco visible en los últimos 25 años. LA PRÓXIMA SEMANA INTERNACIONAL: ¡QUÉ SEMANA! Cuando todavía está en ebullición la conmoción producida por el triunfo de Bolsonaro en Brasil, estamos entrando en una semana que presenta varias aristas inquietantes. Hoy, domingo 4 de noviembre es el último día que EE.UU. permitirá comprar petróleo a Irán. Rusia y China dicen que lo seguirán haciendo. EE.UU. advierte que -a partir del lunes 5- los barcos que transporten petróleo iraní serán bloqueados por la Marina de EE.UU. Irán informa que si hay represalias, por vender petróleo, impedirán el paso de buques petroleros por el Estrecho de Ormuz, por donde transita el 30% del petróleo mundial. Estados Unidos, en medio de este juego, intenta recuperar el rol de Única Superpotencia. Nada de esto es casual o ajeno al hecho que allí votan el martes 6. Esta anunciada escalada puede ser que se desarme después de las elecciones, si su ascenso sigue es imposible saber el final de la misma.

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