UNA BRONCA GENERALIZADA: GANADORES Y PERDEDORES

Dom 26/08/2018 | Archivo

En estos días, la bronca parece ser la palabra más importante. Unos contra la corrupción televisada, otros por el sufrimiento ante una política económica desbocada. Más la “grieta”, entre ambas visiones, promovida por una dirigencia agotada. Es hora de ir pensando en los ganadores y perdedores de lo que está pasando. El “caos controlado” como una política de Estados Unidos para seguir dominando en su “patio trasero”
La bronca y la indignación parecen ser la mejor síntesis de los estados ánimo que invaden a los argentinos. Ellas se manifiestan de los modos más diversos y afloran por doquier. Como ya se dio en otras oportunidades durante nuestra historia, hoy nuevamente un duro enfrentamiento interno está dividiendo a los argentinos. Cuando la bronca contra la soberbia y los errores cristinistas, que habían permitido el triunfo de Mauricio Macri, seguía siendo un barrial, explotado -hasta el hartazgo- por el actual gobierno, fue apareciendo su contracara. Una generalizada y justificada rabia popular contra el gobierno macrista se desató por toda la geografía nacional. Todo lo dicho se vio, en vivo y directo, en los últimos tiempos. Las movidas contra el Gobierno ya son un clásico nacional. Recorren todo el país, van desde Ushuaia hasta La Quiaca. Los motivos son los más diversos y sería demasiado largo enumerarlos, todos los lectores lo saben porque ellos forman parte de los dramas cotidianos de la mayor parte de los argentinos. Pero esta semana hubo una novedad, al calor de las multiplicadas y súper difundidas denuncias sobre corrupción, se hizo una movida dirigida a pedir medidas directas contra las personas involucradas en dichos actos, particularmente respecto de la ex Presidenta, cuyo desafuero y detención demandaban. El detonante de los últimos hechos tiene que ver con los mentados “cuadernos Gloria”, las denuncias sobre pedidos de coimas, los transportes y revoleos de bolsos, las “colas” y “codazos” de funcionarios y empresarios “arrepentidos”. Todo ello conmueve a nuestros sectores medios y los grupos politizados, ante una cierta pasividad -cargada de escepticismo- de los más humildes, preocupados por otros menesteres para seguir sobreviviendo. Desde el cristinismo, acusan al Gobierno de utilizar esas denuncias como tapadera de los problemas y para proscribir a Cristina; desde el oficialismo tratan de llevar agua a su molino ante el festival de corrupciones que tienen ante sus ojos, pero… Pero queda por saber realmente quiénes son los perdedores y ganadores de esta parafernalia. GANADORES Y PERDEDORES A primera vista, esta avalancha de sucesos vinculados a la corrupción, deberían perjudicar al cristinismo y beneficiar al Gobierno. Cuando nos adentramos en algunas consideraciones, la cuestión no parece tan clara. Ciertamente el cristinismo aparece, de un modo bastante consistente, como el destinatario final de una vasta red de recolección de fondos. Ellos habrían servido para financiar “la política” (como suele decirse) y también habrían recalado -en buena proporción- en las cuentas privadas de varios funcionarios que incluirían el máximo nivel de decisión. Todo ello realimenta la bronca y el odio -cargado de gorilismo- de sectores medios. La reacción de los sectores populares no es la misma, sobre todo cuando la política estatal golpea sus bolsillos. A la vista de esos padecimientos, esta situación no causa -en los sectores populares- mayores efectos y aparece como otro mecanismo de una política persecutoria respecto de una dirigencia que recientemente había gobernado y con la cual estaban mejor. Para el macrismo, que -en principio- aparece como el gran beneficiario de lo que sucede, la cuestión no está tan clara. Es cierto que estos hechos son un muro de contención ante la fuga de votantes propios, pero también contienen varios riesgos. Uno de ellos es que el oficialismo no está totalmente fuera de las denuncias formuladas. Una empresa (IECSA) de la familia Macri (Franco -el padre- y Mauricio -el hijo-) puede quedar “pegada” a la histórica “patria contratista”, situación con la que fueron largamente privilegiados. La continuidad de esa misma empresa, gestionada por un primo -Ángelo Calcaterra- antes de ser “vendida” a Marcelo Mindlin, aparece en el mismo paquete que involucra a funcionarios del gobierno kirchnerista y otros varios empresarios. Eso hizo que Calcaterra -para no ir preso- tuviera que presentarse como “arrepentido”. Le resultará muy difícil a la tuerta justicia actual sacarlos de ese lugar. Pero mucho más grave que todo ello, es el hecho que las empresas involucradas forman parte de la flor y nata de las actividades de la construcción. Sobre las mismas y sus vínculos para conseguir créditos internacionales descansaba el proyecto macrista para las obras públicas del año que viene, a través del programa de Participación Público-Privada (PPP). En medio de la actual crisis económica, sin solución a la vista, el macrismo tenía en esas obras públicas su carta electoral más importante. Todo eso ahora está fuertemente debilitado porque a ningún Banco internacional le conviene aparecer vinculado a empresas tan cuestionadas en el plano legal. Hay indicios en el sentido que la aparición de los mencionados cuadernos no sea una cuestión muy casual y que hay “algo muy grosso” detrás de esta operación de inteligencia. Ese “algo” tiene que ver con la política internacional y es posible que forme parte de la dura disputa actual entre Estados Unidos y China. Si eso es cierto, el gobierno de Mauricio Macri, no será el gran beneficiado. Esta campaña avalaría lo que venimos diciendo en el sentido que el poder internacional le ha “soltado la mano” al macrismo. Esta metodología ya se ha aplicado en la región, se hizo en Brasil donde está en juego la presidencia de Luiz Inácio “Lula” da Silva y también en Ecuador, con la persecución penal al ex presidente, Rafael Correa. En la jerga internacional, esa política es conocida como “guerra jurídica” (Lawfare) y sería lo que está en pleno desarrollo en estos momentos en nuestro país. Aunque, como ocurre con toda operación de este tipo, cada uno de los intervinientes trata de sacar algún jugo de la misma. Con la aplicación de esta política, el poder imperial, podría matar varios pájaros de un tiro. Les permitiría deshacerse de un Macri, escasamente eficiente para desarrollar de un modo sustentable las políticas imperiales; ponerle un límite moral y jurídico al avance de Cristina, usándola como “cuco” y seguramente colocar las fichas en algún candidato que les garantice la continuidad de sus políticas e intereses, aflojando un poco las tensiones que hoy están a punto de estallar. La situación actual es suficientemente grave como para que al poder imperial le pase inadvertida. Las estadísticas dicen que en 7 meses se fugaron 20 mil millones de dólares; el dólar está superando los 31 pesos; la inflación anual por encima del 35%; la pobreza llegando a fin de año arriba del 33%. La actividad económica cayendo a un ritmo frenético, el mes de junio registró una baja del 6,7% respecto de igual mes del año pasado. De todo lo dicho se deduce que los grandes ganadores no son las fuerzas políticas que aparecen en el escenario más visible. Esta campaña apunta a la consolidación de los lazos de dependencia construidos en los últimos años. LA POLÍTICA MILITAR DE EE.UU. PARA SU “PATIO TRASERO” “si me fastidian, los mataré a todos” La frase -“profundamente humanista”- que antecede pertenece a James Mattis, actual Secretario de Defensa y Jefe del Pentágono de Estados Unidos, quien también es conocido como “Mad Dog” (Perro rabioso). Este señor estuvo, en estos días, de gira por Argentina, Brasil, Chile y Colombia. Es más que interesante revisar los temas planteados y las perspectivas que ellos encierran. Pero antes vale la pena echar una ojeada a los antecedentes de este visitante. Mattis, es un general retirado que fue el Jefe del Mando Central a cargo de la política y agresiones norteamericanas a Medio Oriente, durante el gobierno de Barack Obama. Pero antes fue uno de los comandantes que condujeron las acciones en la Guerra del Golfo (1991) y luego en la ocupación y destrucción de Iraq y Afganistán. Precisamente fue con motivo de aquella invasión a Iraq, en el 2003, cuando este jefe militar pronunció aquellas frases para la historia: “Vengo en paz. No traje artillería. Pero con lágrimas en los ojos, les digo esto: si me fastidian, los mataré a todos”. No fueron pocos los civiles asesinados durante esa invasión, sobre todo en el sitio a la población de Faluya. Dicha ciudad fue incendiada con fósforo blanco, un compuesto semejante al napalm, prohibido por las leyes internacionales. Eso ocurrió cuando todavía había allí unos 50 mil civiles. Tampoco se puede olvidar que más de la mitad de los nacidos -entre 2007 y 2010- en esa ciudad, padecen defectos congénitos por el desecho nuclear tóxico y radioactivo que el ejército estadounidense allí derramó. El objetivo general de este viaje, encubierto como una actividad destinada a estrechar lazos en la lucha contra el “narcotráfico y el terrorismo”, fue comprometer a las fuerzas armadas y gobiernos de la región para profundizar el cerco sobre Venezuela y el debilitamiento de la políticas de unidad regional; fortalecer su política de establecer bases militares en la región para asegurarse el control geopolítico sobre la misma y asegurarse el acceso a nuestros bienes comunes o recursos naturales. También estuvo en la agenda la advertencia a los diferentes gobiernos sobre los riesgos de establecer compromisos con los gobiernos de China, Rusia e Irán. Todo ello forma parte de la Estrategia de Defensa Nacional, firmada por el propio Mattis, para los próximos años. En Brasil, el mayor interés que tenía era desarmar aquel sentimiento nacionalista de las fuerzas armadas que las llevó a desarrollar una importante industria militar y su declarado propósito de defender la amazonia y sus derechos sobre los recursos energéticos existentes mar adentro. Otro destino que recibió la visita de este viajero fue Chile, el aliado más claramente alineado con Estados Unidos en el Cono Sur. Según el informe de la propia Embajada, los aspectos centrales de los temas planteados fueron los convenios sobre ciberseguridad y la colaboración en materia de innovación tecnológica. El tema Venezuela fue el más destacado, según el comunicado y lo trascendido a la prensa. Fue en nuestro país donde el jefe de la política militar norteamericana se encontró con las mejores novedades acompañadas de severas contradicciones. Entre las primeras están la perspectiva de construir una Base Militar en la triple frontera y el Centro de Inteligencia Regional acordado con Patricia Bullrich y que funcionaría en Ushuaia. Ello se agrega a la autorización para que las fuerzas armadas puedan actuar en temas de seguridad interior. Tampoco podía ignorar la importancia de los convenios que han aprobado la realización de cursos de capacitación -en materia de seguridad- con la Guardia Nacional del Estado norteamericano de Georgia y otro inédito acuerdo, no aprobado por el Congreso, según el cual los militares norteamericanos podrían intervenir en nuestros asuntos internos, sin necesidad de ser convocados o solicitar nuevos permisos. Entre los aspectos negativos, el secretario de Estado norteamericano se mostró preocupado por el coqueteo económico con los chinos y no dejó de advertir los riesgos que entraña la base comunicacional china en el territorio neuquino. En Colombia, el viajero conocido como “Perro rabioso”, culminó su gira ratificando el rol de ese país en los designios norteamericanos. Lo consideran como el centro de su plan militar estratégico respecto de América latina, del mismo modo que lo es Israel respecto del Medio Oriente. No es casual que el Jefe del Comando Sur haya dicho que “hoy en día es inconcebible que permitamos cualquier disminución de nuestros lazos con Colombia”. Con este viaje de su secretario de Defensa, Estados Unidos ratifica que sigue considerando a nuestra región como su “patio trasero” y que allí debe regir el principio de la Doctrina Monroe -“América para los americanos” (del norte)- por lo que no dudó en afirmar, al visitar Brasil: “Se han visto poderes externos actuando en Latinoamérica”. De allí la actualización y el plan de ampliación, para elevar el número de sus bases en territorio latinoamericano. De las 800 bases, que tienen sembradas por el mundo, 76 se encuentran en estas tierras. Por todo lo dicho, no son pocos los especialistas que consideran que Estados Unidos aplica en nuestros países la idea de un “caos controlado”. Es decir, contribuir al incremento de los problemas internos para favorecer el desarrollo de sus intereses.

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