FALTAN 14 MESES Y… ¡SE LARGÓ LA CAMPAÑA ELECTORAL!

Dom 05/08/2018 | Archivo

Tal como se venía anunciando: Terminó el Mundial de Fútbol y se largó la campaña electoral. Las últimas denuncias judiciales: sobre los aportantes truchos a las campañas electorales y el “festival de bolsones” de funcionarios y empresarios son parte de la misma, aunque no la agotan. Se acercan los tiempos de un viaje papal a China. En Brasil llegan los días definitorios
Ya se sabe que el domingo 27 de octubre de 2019 se realizará la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 2019. Para el caso que fuera menester una segunda vuelta, ella se realizará el domingo 24 de noviembre. Es decir que faltan más de 14 meses, sin embargo, la campaña electoral ya se ha iniciado. Todos sabíamos que el Mundial de Fútbol era un importante punto de inflexión y que después del mismo empezarían a delinearse los ejes de esa campaña. El Gobierno llegó a esta fecha en condiciones muy distintas a las que había imaginado. El fracaso de la Selección es un dato insignificante ante la magnitud de la crisis desatada a partir del mes de abril. La misma que impidió el viaje del Presidente a ese Torneo, colocó a nuestra economía al borde del precipicio y profundizó la ya difícil situación por la que atraviesan millones de compatriotas. A pesar de las palabras de María Eugenia Vidal -la gobernadora bonaerense- en el sentido que “No es momento de campaña, si fuera una vecina y viene un candidato lo mando a la mierda”, ya se puede observar no sólo un cambio de actitud en la forma que se presenta el discurso y las acciones del Presidente. También es evidente que los hechos más notorios y judicializados en estos últimos días (aportantes truchos y corrupción vinculada a la obra pública) tienen como trasfondo el posicionamiento respecto de la mencionada cuestión electoral. EL TONO ELECTORAL DEL NUEVO DISCURSO PRESIDENCIAL Después de un largo período, donde los temas excluyentes del Presidente fueron la crisis económica y el mejor modo de responder a las demandas y aprietes del mercado, Macri intenta colocar el eje de su discurso en temas que le plantea la sociedad. Por primera vez hizo una autocrítica respecto de la evolución de la inflación, que está produciendo estragos en millones de hogares. Reconoció que el aumento en las tarifas en los servicios públicos, que estimó -desde que asumió- en un promedio del 1.000%, influyó sobre la cuestión inflacionaria. No obstante, ese reconocimiento -casi simultáneamente- se anuncia un nuevo aumento en las tarifas de electricidad. Con ese nuevo incremento entre 24 y 28% para consumidores domiciliarios, el aumento desde diciembre del 2015 suma un 1.684%. Esa nueva tarifa se eleva en un 20% para las PyMEs, un 40% para la gran industria y la tarifa social rondaría -según la información oficial- entre los 270 y 640 pesos. De un modo parecido ha sido la evolución de las tarifas del agua, gas y transporte. Como una forma de amortiguar esos incrementos, el Gobierno puso en marcha un nuevo crédito a los jubilados y retrocedió respecto del intento de quitar los ajustes por zona a los actuales beneficiarios de la Asignación Universal por Hijos. De ese modo, el Gobierno pretende reorientar su discurso de los últimos tiempos. Considera que ha dominado al dólar, aunque hay datos que indican que éste sólo ha suspendido su marcha ascendente para hacer flexiones, fortalecer el músculo para pegar el próximo salto, mientras crece la fuga de capitales. En el imaginario oficial es el momento de retomar una mirada hacia otros problemas, con vista a las próximas elecciones. En los despachos oficiales tienen una gran confianza en que la próxima cosecha les permita superar las consecuencias de la sequía del año pasado. De todos modos, la situación y perspectivas económicas no son las mejores. Junio registró la primera caída en materia de construcciones, luego de 15 meses consecutivos de crecimiento del sector y también hubo una baja del 8% en la producción industrial. De hecho, apenas empezado el mes de agosto, ya se está hablando de los “riesgos de diciembre”. Ante el crecimiento de la bronca y la incertidumbre sobre el futuro, el Gobierno utiliza dos mecanismos complementarios. Por un lado, con el tema del diciembre que se viene, siembra el miedo y por otra parte trata de “correr” los ejes del debate, sacando de su cajón de herramientas las políticas del combate a una corrupción que, en la realidad, continúa siendo un flagelo que -bajo otras modalidades- seguimos padeciendo. LA JUSTICIA EN MEDIO DE LAS CAMPAÑAS EECTORALES Sobre el escenario de una situación económico social más que preocupante se vino la fecha prevista para el inicio de las campañas electorales. El desarrollo de la crisis que estamos atravesando hizo que fueran cambiando los ejes de las diferentes estrategias entre el oficialismo macrista y la oposición de las diferentes variantes del peronismo. El peronismo, en sus distintas versiones y con intensidades diferentes, siempre tuvo como eje el tema de los costos sociales de las políticas oficiales. El Gobierno pensaba reivindicar, contando con la colaboración de la mayor parte de la prensa masiva, que habían avanzado en la “nueva política” (trasparencia, incorporación “al mundo”, combate a la corrupción) y en una variedad de importantes obras públicas. La realidad hizo que algunas cosas fueran cambiando. El Gobierno vio cómo la crisis se comía su plan de obras públicas y entonces apareció -nuevamente- la cuestión de la corrupción como un eje, debilitado, pero insustituible, ante la falta de mejores banderas. En el medio, habían surgido fuertes y sólidas denuncias sobre irregularidades propias. Además, el paso del tiempo y la crisis económico-social había contribuido a diluir las acciones del kirchnerismo. Pero… como la necesidad tiene cara de hereje, ahora aparece en la Justicia la causa de las coimas vinculadas a la obra pública, de los años del kirchnerismo. Este hecho, mediáticamente muy impactante, tiene 3 componentes que no habían aparecido en estos años: Involucra a kirchneristas y macristas (por el funcionario de una empresa -IECSA- que era de la familia Macri); afecta a empresarios tradicionales (como los presidentes de la UIA y de la Cámara Argentina de la Construcción) y también mete en el baile a miembros del Poder Judicial y conocidos “operadores” (como el ex Juez Norberto Oyarbide y al operador Javier Fernández). Por el volumen de las operaciones y las personas e instituciones involucradas, es lógico pensar que la causa, a pesar del “ruido” que provoca y de su feroz utilización en la campaña electoral sería un “milagro” que, en esta Argentina, llegue a buen término. El peronismo vio que, a pesar de haber mejorado y tener muchas posibilidades de ganar debía asegurarse una cuestión clave, debilitar la imagen, todavía fuerte, de la gobernadora bonaerense. Las denuncias sobre los aportantes truchos cumple esa función. Con ello -consideran- que matan dos pájaros de un tiro. Alejan la perspectiva que la mejor imagen de la Vidal pueda ser utilizada como eventual reemplazo, en la candidatura presidencial, si la figura de Macri se vuelve poco presentable. Pero también les serviría para tratar de recuperar el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, una de las claves para ganar las elecciones nacionales. Desde ese punto de vista, la desgraciada explosión en una escuela de Moreno, que provocó 2 muertes, puede hacer tambalear la -todavía- buena imagen de la actual gobernadora. SE ACERCA EL MOMENTO DE UN VIAJE DEL PAPA A CHINA China no sólo aspira a ser una gran potencia asiática. En estos tiempos, a pesar de las restricciones comerciales junto a los problemas estratégicos y políticos, la globalización sigue avanzando y China está cerca de ser considerada la primera potencia mundial. Para ser reconocida como tal necesita construir un puente con las milenarias diferencias que tiene con la cultura occidental y el cristianismo, una de sus expresiones más significativas. El avance chino se muestra inexorable y las más lúcidas inteligencias norteamericanas parecen advertirlo y es imposible imaginar que la vasta experiencia de la diplomacia vaticana pueda ignorar esas tendencias. El jesuita Jorge Bergoglio fue elegido como Papa con el voto prácticamente unánime de los 11 cardenales norteamericanos. Ese voto al primer jesuita elegido Papa tiene -también- una explicación que se puede inscribir en el marco de la evolución de la situación internacional. De un modo semejante al rol de amortiguador de conflictos que la Iglesia Católica quiere asumir en la situación interna de varios países, es probable que se sienta satisfecha asumiendo ese carácter en el más importante conflicto contemporáneo. El paso de una a otra hegemonía mundial siempre es causa de tensiones, que la mayoría de las veces termina en guerras. Encauzar las tensiones derivadas del avance chino a costas del poderío norteamericano no es tarea fácil y parece ser uno de los objetivos centrales del papado de Francisco. A Estados Unidos le puede servir para que su sistema y los privilegios del mismo puedan subsistir por un buen tiempo. A China le permite presentarse como una fuerza universalista capaz de constituirse en el poder hegemónico y respetuoso de un mundo diverso. A la Iglesia le permitiría tener presencia en el corazón de ese nuevo poder mundial. Un diario chino, el Global Times, mencionó la posibilidad que el Papa Francisco visitara ese país y sostuvo: “Si el Papa pudiera visitar China, su significado e impacto podrían ser mayores que la visita de Richard Nixon en 1972”. Aquella visita abrió las puertas a la relación entre China y Estados Unidos, la incidencia de ésta -de producirse- sería mucho más vasta y trascendente. Todavía queda un complejo problema por resolver. Resta disolver las diferencias entre la Asociación Patriótica Católica China, una Iglesia aprobada por el Partido Comunista y la Iglesia Católica que responde a Roma y que sigue funcionando con muchas limitaciones. Estas diferencias, vigentes desde 1951, son grandes, pero la inmensidad de los intereses globales en juego seguramente les permitirá encontrar una solución amigable y de mutuos beneficios. EN BRASIL LLEGAN LOS DÍAS DECISIVOS La actual realidad dice: que el 7 de octubre hay elecciones presidenciales en Brasil; el 15 de agosto vence la fecha para presentar las candidaturas; Luiz Inácio “Lula” da Silva, es el candidato con mayor intención de voto; Lula está preso desde el 7 de abril, en cumplimiento de una condena -en el marco de la Causa Odebrecht- que tiene una pena de 12 años emanada de un Tribunal de Segunda Instancia, por los delitos de corrupción y lavado de dinero. Entre las varias alternativas posibles se destacan: Una: Que la candidatura de Lula sea aceptada por el Tribunal Electoral cuando se presente el 15 de agosto. Si se diera esa condición adquieren mucha importancia las encuestas que indican que Lula encabeza la intención de voto con un 29%, seguido por el candidato conservador Jair Bolsonaro con 21,8%, la ambientalista Marina Silva les sigue con el 9,2%. Dos: Que Lula no sea aceptado, dado que la Justicia Electoral no acepta candidaturas de personas condenadas en segunda instancia. Para ese supuesto, las intenciones de voto están a favor de Bolsonaro con el 23,6%, le sigue Silva con el 14,4% y Ciro Gomes, del social demócrata Partido Democrático Laborista, con el 10,7%. Tres: Que el PT (Partido de los Trabajadores) cambie su decisión y presente una candidatura avalada por Lula. En ese caso, no hay datos. Cuarto: Que la situación derive en apelaciones, impugnaciones y conflictos de poderes que vuelva inestable la situación e impreciso o imposible de ejecutar el resultado que las urnas indiquen. A la par de estas confusiones, la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, esta semana, hizo una declaración considerando al ex presidente Lula como un preso político y exigiendo la inmediata libertad del mismo por sufrir una persecución política.

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