El papa Francisco celebra hoy cinco años como pontífice, en un clima agridulce por las críticas que llueven de todo el mundo por sus flaquezas frente al fenómeno de la pedofilia pese a que sus aperturas y exhortaciones han transformado a la Iglesia
Desde que fue elegido al trono de Pedro, la noche lluviosa del 13 de marzo del 2013, Francisco ha tenido que encarar importantes desafíos, entre ellos los escándalos por abusos sexuales, la creciente pérdida de fieles y una dura disidencia interna que se resiste a toda reforma. “Recen por mí”, les dijo el religioso nacido en el barrio porteño de Flores a los miles de fieles reunidos en esa ocasión en la sala San Pedro, dando muestras de su intención de cambiar la forma dialéctica del papado para quitar todo vestigio de un opulento gobierno y transformarse en un humilde pastor, fiel a su formación franciscana. El primer papa latinoamericano ha pronunciado más de mil discursos en cinco años, durante los cuales ha hablado de pobres y pobreza en 1.300 ocasiones, mucho más que todos sus predecesores, inclusive de Juan Pablo II que reinó 27 años. “Su sensibilidad hacia la pobreza ha caracterizado todo su camino como pastor de la Iglesia y testigo de Cristo”, reconoció el cardenal Piero Parolin, Secretario de Estado, en el prólogo del libro “El otro Francisco”. En sus mensaje al mundo y especialmente a América latina, región que ha visitado en cinco ocasiones, Francisco se ha mostrado sumamente sensible a los problemas sociales y ha denunciado sin cesar uno de los grandes males de la sociedad moderna: el aumento de la brecha entre ricos y pobres. Para muchos vaticanistas y autores de cientos de libros sobre Francisco es seguramente el mayor legado que deja Francisco, tal como lo prometió durante los primeros días de su pontificado: “quiero una iglesia pobre para los pobres”, un “hospital de campaña” vecina a los pecadores, en diálogo con el mundo de hoy.
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