TIEMPOS DE TRISTEZA, PERO CON ESPERANZAS

Lun 27/11/2017 | Archivo

Una semana de la política internacional que hace estremecer al hombre argentino es ésta sin dudas
Sin que el ataque de terroristas islámicos a la mezquita de Egipto con sus 305 muertos y más de 100 heridos graves, hasta ahora, ponga a la situación expuesta en segundo lugar. Dos hechos vitales internacionales para la existencia de todos los argentinos, ocurrieron en la semana que se fue, pero que estará más presente que nunca para todos nosotros como Nación que somos, pese a que muchos le quieren negar, quitar esa esencia. Uno de los hechos internacionales sucedió en Roma, Italia, en tanto que el otro tuvo lugar acá en el límite internacional de nuestros mares continentales, en el Sur Argentino, con el hundimiento del ARA San Juan, tras una explosión cuyo origen es materia de investigación y que en la contratapa de la edición del día de ayer nos provocaron muchos interrogantes, sin respuestas concretas. Dos hechos que nos marcarán profundamente, por la incidencia social y política que tendrán, en el corto, mediano y largo plazo de nuestra vida institucional. Roma fue testigo conjuntamente con los miembros de la Confederación General del Trabajo y de una veintena de sindicalistas argentinos a la par de unos casi 300 dirigentes sindicales del Mundo entero, de la postura que tiene el Papa Francisco y la Iglesia Católica de hoy respecto del trabajo, la relación sindical-empresarial y la función que deberían tener los sindicatos hoy en día. El Papa Francisco, por escrito para dar toda la solemnidad que merece el tema, en ejercicio de su autoridad papal, trató la cuestión sintetizándola en tres puntos. Pero previamente definió al trabajo, expresando: “El trabajo no puede considerarse como una mercancía ni un mero instrumento en la cadena productiva de bienes y servicios, sino que, al ser primordial para el desarrollo, tiene preferencia sobre cualquier otro factor de producción, incluyendo al capital”. Una síntesis conceptual, que lo sitúa del lado de la discusión que mantuvieron en estos días algunos referentes sindicales con el Gobierno nacional que sustenta y ve al trabajo como un factor sin importancia casi, sujeto al capital, variable en consecuencia de ajustes, sin limitaciones casi. Pues el Papa como líder espiritual y religioso de más de 1.300 millones de personas en la Tierra, sostuvo exactamente lo contrario como Doctrina de la Iglesia Católica, en cuanto al trabajo humano se trata. A ser respetado y aplicado por los Católicos del Mundo entero. Tres puntos aborda la materia Papal en cuanto al trabajo. Al sostener: “Les ruego se cuiden de tres tentaciones. La primera, la del individualismo colectivista, es decir, de proteger sólo los intereses de sus representados, ignorando al resto de los pobres, marginados y excluidos del sistema. Sindicato es una palabra bella que proviene del griego dikein (hacer justicia), y syn (juntos) y les solicitó a los dirigentes: Por favor, hagan justicia juntos, pero en solidaridad con todos los marginados”. Les reclamó a los sindicalistas el Papa Francisco: “No se dejen corromper”. Para encuadrarlos en una situación más dura, al calificar: “Es terrible esa corrupción de los que se dicen ‘sindicalistas’, que se ponen de acuerdo con los emprendedores y no se interesan de los trabajadores, dejando a miles de compañeros sin trabajo; esto es una lacra, que mina las relaciones y destruye tantas vidas y familias”. Casi una anatema. “El tercer pedido es que no se olviden de su rol de educar conciencias en solidaridad, respeto y cuidado. El trabajo y el movimiento de los trabajadores en el centro del desarrollo humano integral, sostenible y solidario”, les conminó el Papa Francisco, al cierre del evento en el que unos 300 dirigentes del Mundo entero discutieron sobre “El trabajo y el movimiento de los trabajadores en el centro del desarrollo humano integral, sostenible y solidario”. Todo un desafío en un Mundo que tiene sus relaciones laborales precisamente al revés. EL “ARA SAN JUAN” Todos o casi todos los argentinos por estos días sabemos que uno de nuestros submarinos se encuentra desaparecido, casi en una aplicación semántica de un lenguaje que lleva al inconsciente colectivo a otros tiempos. Durante los últimos 12 días nos han dicho de manera oficial, sistemática, el Gobierno nacional, a través de sus comunicadores: “No sabemos dónde están”. A lo que se sumó la negativa inicial a dar los nombres de los 44 tripulantes del submarino argentino. Una prédica que durante años se difundió terroríficamente en Argentina. Esto generó un cierto “hielo” en la epidermis social, que eso que se llama “redes sociales” con mucha incidencia de los denominados “trols” salió a explotar, tratando de sembrar diferencias sociales y eventualmente encontrar culpables en el pasado. Salieron muchos en esas redes sociales, a establecer comparaciones asquerosas de por qué en relación a “un sucio hippie”, entiéndase Santiago Maldonado, los organismos de derechos humanos y buena parte de la ciudadanía se embanderó y en relación a este tema que tiene que ver con la defensa de nuestros intereses territoriales sagrados, nadie mostraba adhesión, participación, afecto por los 44 hombres y mujer que navegaban por territorio nacional y desaparecieron literalmente, en la explicación oficial del Gobierno nacional. La Armada Argentina tiene un Comandante que se llama Mauricio Macri desde el año 2015, que es además el Jefe del Gobierno nacional. Hasta acá la realidad mediática, que tiene otra realidad también importantísima, que son los hechos que han ocurrido. Desde la desaparición del “ARA San Juan”, muy bien graficado por Luis Tagliapietra, padre de Damián, un desaparecido, cuando dice: “La información es que estaban navegando normalmente y pum, explotó”, hecho ocurrido en la mañana del 15 de noviembre, un escenario impreciso en torno de los sucesos se comenzó a montar desde esa jornada. Durante 7 días a decir de un pescador, de lanzaron “señuelos” diversos en torno de los hechos. Lo único concreto, verificable, inicialmente es que entre las 7 y 8 de la mañana el Capitán del submarino reportó un inconveniente, que fue superado técnicamente y continuaban con el rumbo que tenían marcado. Desde allí concretamente nada más. El “ARA San Juan” desapareció. Con los “señuelos” informativos: que recibieron 7 llamadas desde el mar. Que encontraron balsas. Que se encontraron “balizas activas”. Que estaba ubicado, situado a 70 metros de profundidad en el mar. Que estaba el submarino al “borde” del Mar Territorial”… constituyéndose este “dato”, en la primera aproximación a uno de los sucesos, conocido a los 7 días de la última comunicación del Capitán del submarino, Fernández. La información concreta viene de la ciudad de Viena, república de Austria. Allí, en esa ciudad, está la sede de la organización mundial contra la proliferación de armas nucleares. La Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, donde nuestro País tiene un embajador, Rafael Grossi, experto en temas nucleares. Este organismo monitorea el Mundo entero y en esa tarea el día 15 de noviembre a la hora 10 y 51 de Argentina, reportó una violenta explosión en el camino o curso que llevaba el submarino. El estallido fue percibido, detectado, respectivamente a poco más de 6.000 kilómetros en la isla de Ascensión en el Atlántico y en el África a más de 7.000 kilómetros de distancia, en la isla Crozet. Un hecho de magnitud impresionante sin dudas, más allá de las palabras “técnicas” que se utilizan para difundir la explosión. El informe expuesto por la portavoz de la OTPCE, Elisabeth Waechter, en Viena, sostiene: “El 15 de noviembre de 2017 dos estaciones hidroacústicas de la OTPCE detectaron una señal inusual cerca de la última posición conocida del submarino “ARA San Juan” desaparecido. La señal de “un evento impulsivo submarino” fue captada por las estaciones HA10, en la isla de Ascensión, y HA04, en Crozet. El evento, registrado tres horas después de la última comunicación desde el submarino, fue localizado a 46,12 S grados de latitud y 59,69 W grados de longitud”. Este hecho es difundido casi casualmente. El embajador argentino informa a la Cancillería el suceso, expresando además, que el mismo día se dio curso a la información por internet, en su página oficial. Es decir 7 días antes. Una conmoción enorme causó este segundo hecho concreto. Tanto que al 8vo. día de la desaparición del submarino, oficialmente la Armada Argentina informa: “Hubo una explosión en el submarino “ARA San Juan”. “Hubo un evento anómalo, violento y no nuclear consistente con una explosión”. Desatándose a partir de ese momento las vallas de contención sobre los familiares y la opinión pública nacional comienza a reaccionar ante una evidencia concreta: el navío no llevaba armas, según la Armada Argentina, y explotó. ¿Cómo explotó? ¿Por qué explotó? ¿Donde estaba el submarino? ¿Cómo es que no activaron los entrenados submarinistas las decenas de elementos para alertar su posición ante un rescate? ¿Qué es lo que sucedió en definitiva? se alza como un clamor nacional. ¿Cómo es que 4.000 hombres de lo mejor del Mundo?, que habían acudido rápidamente en ayuda no “sabían nada” y desde Austria, a casi 10 mil kilómetros de Argentina, sí sabían lo que había sucedido. ¿Qué era este enorme “señuelo” en nuestra propia cara? sin que los especialistas nuestros, el Gobierno nacional, se diera cuenta de nada. La barrera rota de silencio autoimpuesto o pedida a los familiares, destrozada por este suceso, comenzó a aportar nuevos elementos para el análisis. Desde elementos técnicos hasta emotivos, sentimentales. Luis Tagliapietra, el padre de Damián citado, afirmó entre muchas cuestiones: “El jefe directo de mi hijo siempre me transmitió la información que él tenía. Me dijo de la implosión y que estaban todos muertos. Un almirante me dio directamente el pésame”. Me informaron que “hubo un desvío del curso y un aumento duplicado de la velocidad, y hay incongruencias en la información que brindan. No hay mayores explicaciones de por qué se desvió el submarino. Hablan de las corrientes, pero son prudentes y no son concretos. La información es que estaban navegando normalmente y pum, explotó”. María Rosa Belcastro, a su vez, sostuvo: “Vi cosas que no sé si no eran ciertas, pero sí que estaban ocultando cosas, es una sensación personal”. En tanto que Jorge Bergallo, excomandante del “ARA San Juan”, padre de Jorge Ignacio Bergallo, subcomandante del “ARA San Juan”, realiza una valoración sustancial de las alternativas posibles en torno del evento: “¿Qué pudo haber ocurrido? Que le entre una o dos veces más agua, que se produzca un blackout total. Es decir, que se queden sin energía. Había otras cosas para hacer que, si hubiera sido así, hablando con otros submarinistas, no nos explicamos por qué no se hicieron. Porque desde el comandante hasta el cabo más joven saben perfectamente lo que pueden hacer. Alguien podría haber soplado (que permite salir a superficie para estar más seguros). Entonces a mí me cierra el hecho de que haya habido una explosión y no haya habido nadie en condiciones de ir hasta donde están las válvulas. Ante la pregunta por las condiciones de la nave, fue categórico. “El submarino ARA San Juan estaba en perfectas condiciones para navegar”. A partir del día 8 en la búsqueda del desaparecido submarino, se comienza a evaluar seriamente la alternativa de que pudo haber sufrido un ataque, que lo llevó a “pique”. Ahora son 15 las Naciones del Mundo que nos están ayudando en la búsqueda del submarino. Una de ellas a pedido del presidente Mauricio Macri, Rusia, nos aporta aviones tácticos y dos submarinos para tratar de localizar a nuestra nave. Un submarino que puede realizar rescates hasta los 1.000 metros de profundidad y otro en camino con rescates de hasta los 7.000 metros de profundidad. Además de personal militar con experiencia en estas cuestiones. Precisamente, uno de ellos, el capitán Vasili Dandikin realizó para la cadena Spunik New, la siguiente evaluación: “En 1982, los submarinos británicos podrían haber colocado minas marítimas cerca de las costas argentinas. La mina pudo permanecer en el fondo durante 35 años, y una vez una tormenta la desconecta de la cuerda, podría haber impactado contra el San Juan”. Un hecho perfectamente posible. Como es muy posible que pasado más de 12 días a la fecha, la desaparición de nuestro submarino “ARA San Juan” no quede con el mote triste de desaparecido. Es muy factible que la sociedad, esa sociedad divorciada, fracturada por mucho tiempo con las Fuerzas Armadas tampoco permita que esto suceda en esta oportunidad. Levantándose ese hecho como el puente fraterno, de abrazo generoso, entre todos. LOS “MÉRITOS” EN LA RENOVACIÓN Un hecho curioso viene presenciando en estos días la comunidad misionera, tanto que es uno de los hechos de la política, con motivo de la elección de los futuros funcionarios que remplazarán a los titulares de EMSA, el IPLyC y ahora parece que también de la Dirección de Arquitectura de la Provincia. Una circunstancia curiosa, pues está apartada de todas las nominaciones que en el pasado han sucedido en torno de reemplazos ocurridos, en cualquiera de los poderes del Estado. El suceso más notable es el reemplazo en la prestataria eléctrica, donde desde un medio de prensa, hace 15 días que se viene nominando a un candidato, entrevistándolo inclusive, sin que hasta la fecha ningún funcionario del Poder Ejecutivo Provincial haya anunciado tal nombramiento. Una circunstancia novedosa para el mundo Renovador, siempre discreto, reservado, responsable en estos trances. Lo que no quita que el candidato mediático finalmente pueda asumir su cargo. En este punto es bueno señalar, que la maniobra despertó la natural pregunta sobre los “méritos” de los nominados. Su pertenencia política, sus antecedentes profesionales, laborales, el manejo de responsabilidades afines, sobre todo en cuanto a la dimensión y dineros que se administran en todos estos organismos. Además, por supuesto de los méritos partidarios que tienen los candidatos. Estos datos fueron, hasta ahora, los que se pusieron en la balanza a la hora de las nominaciones renovadoras. ¿Habrá cambiado esto? Es una respuesta que pronto la sociedad podrá balancear, por supuesto opinar y finalmente dentro del año 2018, 1 año, no dos, pues en el 2019 ya se estará votando para gobernador y vice, aprobará el día a día. Ante un año electoral decisivo como el 2019, todos los días del año 2018 requerirán de las actividades de los viejos y nuevos funcionarios una pericia muy particular, ante los crecientes requerimientos de la sociedad misionera. Una comunidad que ve con agrado que el gobernador Hugo Passalacqua anuncie que el venidero 30 de noviembre se pagarán los sueldos de los tres poderes del Estado y de los pasivos provinciales, un hecho único en la geografía nacional. Una sociedad que vio positivamente que en la semana el gobernador Passalacqua, firme un convenio marco de financiación con el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA), para mejoras en infraestructura básica como repavimentación, saneamiento del agua potable y cloacas en varios municipios de la provincia. Una sociedad que está atenta ahora más que nunca, cuando informes que proporcionan organismos del Estado indican que 6 de cada 10 trabajadores no cubren con su trabajo la canasta básica. Una situación compleja. En ese marco, las ansiedades por acceder a cargos públicos deben dar espacio no sólo a la capacidad profesional de los nominados sino a la real posibilidad de poder contentar al ánimo de los misioneros, acostumbrados a que sólo los hechos dan fe a las palabras. Un fuego abrasador éste, pues es el constructor de una realidad de bienestar para todos. Jorge Bergallo y su hijo Jorge Ignacio Gergallo, subcomandante del ARA San Juan

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