VENEZUELA: GUERRA CIVIL Y MOMENTOS HISTÓRICOS

Dom 30/07/2017 | Archivo

En medio de una guerra civil hoy se votará en Venezuela. Una aproximación a las causas de este conflicto y su situación actual. Mientras se acercan las PASO se votó en Chaco. Junto a datos interesantes de esa elección parlamentaria, hay reflexiones sobre la forma en que las distintas fuerzas políticas se aprontan para estas elecciones y de qué modo, economía y corrupción se meten en la campaña
No quedan dudas que desde la asunción de Hugo Chávez como presidente de Venezuela (1999) hasta su fallecimiento (2013), un clima de cambios recorrió ese país y la región. Fueron los tiempos donde gobiernos progresistas gobernaron a varios países del sur del continente. Ello ocurrió en circunstancias donde había una situación internacional favorable. Los commodities (petróleo, gas, soja, productos mineros, entre ellos), base de nuestras economías exportadoras, subieron hasta alcanzar valores desconocidos hasta ese momento. Esos gobiernos pudieron contar con recursos que les permitieron llevar adelante justas y necesarias políticas distributivas, que favorecieron a los sectores más humildes. Venezuela y el chavismo estuvieron a la cabeza de esas mejoras en la región, sin embargo, los cambios económicos e institucionales no acompañaron con el mismo ritmo esos avances y a la hora de las “vacas flacas”, pasa lo que está pasando... Aquellos tiempos coincidieron con el ahondamiento de la crisis internacional y una mayor autonomía de la región respecto de las políticas de Estados Unidos y el bloque occidental. En los últimos años, no sólo bajaron esos precios sino que –también- el poder internacional profundizó su presión sobre esos gobiernos y nuestros países fueron cambiando de signo. En Brasil, Argentina y Paraguay fuerzas conservadoras ocuparon dichos gobiernos. En Chile y Uruguay los vientos de cambio se debilitaron. En Ecuador el expresidente, Rafael Correa, se queja por algunas políticas de su sucesor. Sólo Bolivia y Venezuela sobreviven de aquella pléyade de gobiernos progresistas. Desde hace algún tiempo Venezuela está sometida a fuertes presiones procedentes de Estados Unidos y buena parte de los gobiernos europeos. Los problemas en el aprovisionamiento de cuestiones básicas, como alimentos y remedios, hizo que la popularidad del gobierno fuera cayendo. En las últimas elecciones parlamentarias, la Asamblea Nacional quedó en manos de la oposición. La derrota del chavismo tuvo que ver, además de esa intervención extranjera, con problemas propios, como los errores y dificultades en la gestión, una corrupción vergonzosa y el no haber podido salir de la economía rentísticas de un país que tiene en el petróleo su mayor riqueza. Ahora, con un parlamento opositor, a los problemas y presiones existentes, se sumó una crisis en el sistema institucional de poder. Los errores no fueron corregidos y la oposición comenzó a conspirar abiertamente. Hoy estamos ante una situación de difícil resolución. Los poderes internacionales de la alianza occidental ya han dado su opinión y voluntad de terminar con el actual gobierno de origen chavista. El viejo líder del socialismo español, Felipe González, pide que las Fuerzas Armadas de Venezuela intervengan y den la solución; Luis Almagro, el uruguayo secretario General de la OEA, convoca a su amigo, el argentino Luis Moreno Ocampo –exfiscal del Tribunal Penal Internacional-, para que analice la posible existencia de delitos de lesa humanidad y se pueda llevar a Tribunales Internacionales a autoridades venezolanas. Mike Pompeo, jefe de la CIA reconoce estar visitando a los gobernantes de Colombia y México para buscar un gobierno “estable y democrático” en Venezuela, dado que allí Estados Unidos tiene "profundos intereses". Como se ve la desvergüenza de los intervencionistas no tiene límites. Esta injerencia es un avance de la campaña de prensa que ya vienen desarrollando sobre la violencia existente en Venezuela. La mayor parte de los más de 100 muertos que lleva esa violencia tiene que ver con hechos provocados por sectores vinculados a la oposición que crecen en el ejercicio de la violencia, mientras pierden en capacidad de movilización. “Dar vuelta” esa información, al igual que ocultar las horrendas muertes -por el fuego- de gente del pueblo, producidas por los provocadores, no son errores, ni casualidades, son políticas pensadas en laboratorios inhumanos, destinadas a sembrar el terror y convencer a la opinión pública. Algo semejante ya se vino practicando en la Guerra de Siria. Para el día de hoy, el Gobierno ha convocado elecciones para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente, agudizando el conflicto con el actual Parlamento y dándole mayor poder al Presidente. La oposición y sus apoyos internacionales piden la suspensión de esa convocatoria, el Presidente de Colombia ya adelantó que no reconocerá los resultados de esta elección. La novedad de esta Constituyente es que sus integrantes son elegidos en un 50% por el voto universal de base territorial y el resto por quienes pertenecen a variados sectores sociales. De todo ello, nos seguiremos ocupando porque el futuro de Venezuela no parece acercarse a su solución y porque su salida, cualquiera sea, influirá sobre los demás pueblos de Nuestra América. MIENTRAS SE ACERCAN LAS PASO, SE VOTÓ EN CHACO Cuando nos invade la propaganda de las próximas y desvalorizadas elecciones de las PASO, a realizarse dentro de dos semanas, no podemos olvidar que el domingo pasado hubo elecciones provinciales en Chaco. Uno y otro tema traen o trajeron variadas novedades, de todo tipo, que se desarrollarán a continuación, donde también habrá referencia a lo que no se dice de los aprontes para las PASO. LAS ELECCIONES CHAQUEÑAS En Chaco hubo, el domingo pasado, elecciones provinciales para renovar la mitad del Poder Legislativo. Al analizar sus resultados conviene hacerlo con los datos de estas elecciones y compararlos con otras 2 situaciones: los cambios que habrá al interior de la Cámara de Diputados y la comparación con sus propias y recientes PASO. Los resultados indican que sobre un padrón de más de 900 mil electores, votó el 62,48% y el peronismo obtuvo el 46,23% y 9 bancas; Cambiemos logró el 34,10% y 6 bancas y el Partido Obrero 5,72% y –por primera vez en la historia- tendrá 1 banca. Respecto a la composición de la Cámara, las modificaciones indican que el oficialismo arriesgaba 10 bancas y perdió 1; Cambiemos, que renovaba 5 y 1 aliado, alcanzó 6; ingresando el Partido Obrero, que antes no tenía representación. En cuanto a las PASO, realizadas el 4 de junio, en ellas había votado sólo el 56,51% de los empadronados. Los actuales ganadores habían alcanzado el 49,95% de los votos y Cambiemos, el 33,79%. El Partido Obrero había conseguido el 4,9% de los votos. Otras observaciones que surgen de estos resultados se pueden resumir diciendo que tanto el peronismo como la UCR (ahora en Cambiemos) han perdido fuerza respecto de las elecciones provinciales de 2013 y 2015. Que el peronismo que gobierna a Resistencia, la capital provincial, ha perdido las elecciones legislativas en ese distrito. También es destacable que en el 20% de las mesas electorales se hizo la votación mediante un sistema electrónico. LO QUE NO SE DICE DE LOS APRONTES PARA LAS PASO Las pantallas de televisión están siendo invadidas por las imágenes de la campaña electoral de las PASO. Son tantos los nombres, caras sonrientes y consignas prometedoras que uno termina más perdido que “turco en la neblina”. Muchas veces nos asalta la duda si eso ayuda a mejor elegir o más confundir. De todos modos ese “festival de colores y diseños”, que seguramente habrá consumido horas y horas de agencias y creativos bien pagos, resulta una recreación para la vista que compensa los crímenes y la sangre que cotidianamente chorrean por las diferentes pantallas. En esta propaganda oficial, legalmente establecida, termina la igualdad que tienen todas las propuestas que se presentan en ésta pre competencia electoral. Acabado el flash propagandístico viene la realidad. Ella puede ser abordada desde diferentes puntos de vista o intereses, sobre la misma “cada uno hace su juego”. Cristina pelea por un triunfo bonaerense que la coloque en el centro del podio de la oposición al macrismo y desde allí “limpiar” –al menos en parte- esa mancha del 60% que no la quiere y que –de mantenerse- la podría dejar fuera de juego en cualquier segunda vuelta de elecciones presidenciales. Cristina sabe que el peronismo tiene hambre de poder y sigue al que gana, allí está su carta fuerte y en ella confía para alinear detrás de ella al resto del peronismo y fuerzas progresistas. El peronismo del resto del país, el peronismo de los gobernadores -como suele decirse-, quiere confrontar –más moderadamente- con Mauricio Macri, pero sacando ventajas de esa situación. Tiene el problema de carecer de un liderazgo reconocido. A Cristina no la repudian, pero –por ahora- tampoco les gusta reconocer su liderazgo. Le temen al “dedo” con el que define sus listas electorales y que la ya mencionada “imagen negativa” les impida, en el 2019, volver a la presidencia. El macrismo espera poder exhibir un “triunfo nacional”, al ser la única fuerza presente en todos los distritos y en casi todos ellos con el mismo nombre, además mostrará su -muy probable- incremento en el número de legisladores. La “izquierda” del FIT (Frente de Izquierda y de los Trabajadores) trata de presentarse como una fuerza en avance y confirmar que es –aunque sea lejos- la tercera fuerza nacional detrás del peronismo y el macrismo. ECONOMÍA Y CORRUPCIÓN EN LA CAMPAÑA Dos son los grandes temas de esta campaña. La oposición que apela a los problemas cotidianos que acarrea la actual orientación económica y el macrismo que ha hecho de la corrupción su caballito de batalla. Sobre el tema de la economía es sabido de qué forma la oposición -particularmente Cristina- lo utiliza colocándolo como eje de su campaña. El Gobierno sabedor de esa debilidad, primero intentó que no se hablara del tema. Como ésa es la víscera más sensible del obrar humano (según lo dijera un antiguo General) no hubo forma de evitar que el tema sea una de las claves de esta campaña. Ahora el Gobierno procura salvar ese problema, metiéndose con ese tema y abundando en datos económicos acerca de cuánto y cómo creció la economía y el empleo. Esos datos con ser ciertos e importantes no cambian mayormente la percepción anterior. ¿Por qué? Básicamente por los sectores sociales en los que se funda: El crecimiento tiene dos grandes protagonistas: el campo y las obras públicas. El campo forma parte de un fenómeno lejano a las mayorías y el segundo viene de una depresión tal de la construcción que todavía no se nota su efecto multiplicador. Además las obras públicas no serán fáciles de sostenerse en el marco del sobre endeudamiento que estamos viviendo. Respecto a los empleos, la restauración de las cifras existentes antes del actual Gobierno tiene que ver con el hecho que el principal empleador, el Estado, sigue cumpliendo ese rol con el actual gobierno. Lo que se pierde en el sector privado, es compensado con un mayor empleo estatal. Respecto a la corrupción, que el Gobierno quiere invocar como eje de la campaña, tiene dos limitaciones. Una que no le resulta muy fácil colocarse totalmente por fuera de la corrupción que denuncia. Temas como los “Panamá Papers”, el Correo o el tema Odebrecht también tienen a familiares o personeros del Gobierno como protagonistas. En segundo lugar para los sectores más humildes, los que “galguean” para llegar a fin de mes, el peso de este tema es relativamente menor. De todas maneras, el Gobierno no ceja en este camino. Esta semana puso sobre el escenario el tema de Julio de Vido y fue –posiblemente- una de sus mejores maniobras de las últimas semanas. Consiguió que todo el mundo lo tenga como referencia y pudo colocar como defensores de “la corrupción” al cristinismo y buena parte del peronismo, hasta allí llegaba su voluntad. Da la impresión que –por viejos compromisos económicos- no tenía voluntad de ir más allá. Consiguió lo que buscaba y todos “comieron perdices…”.

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